“Todos estamos ya informatizados, ahora debemos transformarnos digitalmente para seguir siendo competitivos”.
Hasta que no llega el momento no prestamos atención a las cosas realmente importantes.
Creo que todos recordaremos la archiconocida teoría de la evolución, teoría que Charles Darwin publicó.
Marc Rius, director nacional de despachos Profesionales de Sage España comentó que los despachos veníamos de un cambio de paradigma en el sector y el COVID-19 ha sido el catalizador y el motor para acelerarlos.
El despacho profesional ha sufrido desde hace ya más de una década cambios más que significativos, La brecha digital inicial se ha ido agrandando y agravando exponencialmente y ha cambiado la forma de hacer negocio en cualquier sector.
El cliente cada vez es más y más digital, aquellos clientes contrarios a este dogma poco a poco van desapareciendo del entorno competitivo y económico de las empresas.
Los despachos tienen que afrontar cómo trabajar con un nuevo cliente, más digitalizado, que conlleva un cambio en la relación con el mismo y además, relacionarse con la nueva administración.
“Si antes el asesor era el punto de relación entre administración y usuario y ahora la relación entre esos dos extremos es más directa, lo que exige un cambio en su rol”, comenta Marc Rius.
El ecosistema de clientes crece en el entorno digital provocando un estallido de nuevos perfiles tecnológicos que precisan otro tipo de asesoramiento profesional.
El nuevo cliente que, ante necesidades legales, acude a la red (internet y redes sociales) para encontrar un profesional del asesoramiento técnico fiscal y/o laboral, tiene un perfil muy diferente al cliente de antaño.
El nuevo cliente o cliente digital está más informado, tiene conocimientos básicos sobre la materia o ha investigado sobre la misma.
Provocando una escalada de competitividad entre firmas, unida a la trasparencia de servicios y honorarios que el potencial cliente conoce a través de internet o por las diferentes redes sociales.
Esta nueva realidad, no ha pasado sin más, ha causado una auténtica revolución en el sector de las asesorías y despachos profesionales. Si antes de que irrumpiera la pandemia era necesario acometer cambios estructurales en el despacho, ahora resulta imprescindible.